"Un día, un profesor les puso un examen sorpresa a sus alumnos:
-Prepárense para una prueba rápida.
Se sentaron, y nerviosos por las preguntas, fueron dando la vuelta a la hoja que el profesor había dejado boca abajo en casa mesa.
La sorpresa fue mayúscula, ya que el folio estaba en blanco. No había ninguna pregunta. Y sólo había un punto negro en el centro.
El profesor, viendo sorprendidos a sus alumnos, les dijo:
-Tienen que escribir un comentario sobre lo que están viendo.
Los estudiantes, confundidos, comenzaron entonces a realizar la inexplicable tarea.
Terminado el tiempo, el profesor recogió las hojas, y comenzó a leer uno por uno todos los escritos en voz alta.
Todos los exámenes, sin excepción, definían el punto negro, intentando averiguar dónde estaba el truco y escribieron relatos científicos para impresionar. Hablaban sobre la distancia del punto a los lados, vértices y ángulos,...
Una vez que terminó de leer todos los exámenes, les dijo a sus alumnos:
-Todos habéis centro vuestra atención en el punto negro, y ninguno de vosotros ha hablado de la hoja en blanco".
Y eso es lo nos sucede a todos nosotros en la vida. Continuamente tenemos motivos para celebrar: familia, trabajo, amigos,... Y sin embargo, insistimos en fijarnos en los problemas del mundo, en las malas noticias.
Ese punto negro es diminuto en comparación con la hoja en blanco que es nuestra vida, pero nos empeñamos en que esos puntos negros ocupen toda nuestra atención.